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Jueves de Bellocicleta, la bici que a rueda mueve al Valle de Aburrá

11:00 AM. Copacabana, Antioquia.

El día comienza con esa emoción que solo los jueves traen. A las 11 de la mañana, monté en mis redes sociales el estado: “Hoy es jueves de bicicleta. Y el cuerpo lo sabe”. No pasó mucho tiempo antes de que Daniel me escribiera, con ese entusiasmo que lo caracteriza, para confirmar que se sumaría a la rodada. “¡Voy contigo!”, me dijo. Y así, entre mensajes y risas, decidimos invitar a David Lennon, otro amigo que siempre le pone sabor a estas aventuras.


5:00 PM. Copacabana, Antioquia.

La tarde cae lentamente, y el sol comienza a despedirse. A las 5:00 PM, como lo había anunciado, el plan está en marcha. Alisté mi bici, la pinta, los repuestos y, por supuesto, mi hidratación. Daniel y yo quedamos en encontrarnos a las 7:15 PM en la tienda de Rafa, en el parque. Es un punto de encuentro que ya se siente como nuestro, un lugar donde las historias comienzan antes de que las ruedas empiecen a girar.


7:15 PM. Tienda de Rafa, Copacabana.

Daniel llega puntual, como siempre. Nos saludamos con un choque de puños y una sonrisa cómplice. Rafa, desde su tienda, nos lanza un “¡Hoy es jueves, no se queden quietos!”. Nos reímos y, mientras ajustamos nuestras bicis, hablamos de lo que nos espera: la ruta, el pelotón, la gente, la energía de Bellocicleta.


Decidimos recoger a Lennon, que nos queda de paso. Los tres, con nuestras bicis listas y el ánimo por las nubes, tomamos la Ciclorruta. No es perfecta, lo sabemos. Tiene sus baches, sus tramos estrechos y sus detalles por mejorar, pero es nuestra. Es el camino que nos permite rodar con mayor seguridad, lejos de la imprudencia de los vehículos que, a veces, parecen olvidar que las calles son de todos. Aquí, en esta ruta, nos sentimos un poco más protegidos, un poco más libres.


8:00 PM. Bello, Antioquia.

El aire huele a libertad, a ruedas que giran y a corazones que laten al mismo ritmo. En la Choza de Marco Fidel, el punto de encuentro, ya se escucha el sonido de las cadenas de las bicicletas, las risas de los niños y el saludo cómplice entre viejos amigos. Hoy, como cada jueves desde hace una década, el colectivo Bellocicleta se prepara para rodar. Y nosotros, como cada jueves, estamos aquí, listos para pedalear junto a ellos.


Bellocicleta no es solo un grupo de ciclistas. Es una familia sobre ruedas, un movimiento que ha logrado lo que muchos creían imposible: unir a un montón de municipios del Valle de Aburrá bajo un mismo ritmo, el de las bicicletas. Bello, Medellín, Copacabana, Girardota, Sabaneta, Itagüí… todos se han convertido en el escenario de esta fiesta móvil que, semana a semana, reúne a cientos de personas alrededor de un mismo propósito: celebrar la vida sobre dos ruedas.


8:15 PM. La salida.

El pelotón avanza como un río de luces y colores. Las bicicletas, decoradas con luces led y banderines, iluminan las calles. Los cascos brillan bajo la luz de los faroles, y las sonrisas son tan contagiosas como el ritmo de las pedaladas. Aquí no importa si eres un ciclista profesional o si apenas estás aprendiendo a mantener el equilibrio. En Bellocicleta, todos caben.

Salimos de la Choza de Marco Fidel y dimos una pequeña vuelta por Niquía para tomar la Autopista Norte. El cruce del rompoi de Niquía fue, como siempre, un desafío. Muchos conductores no respetan a los ciclistas, pero el pelotón avanzó con cuidado y unidad. Después de superar ese tramo complicado, continuamos pedaleando. Le dimos la vuelta a la UVA Aguas Claras, y justo al salir, el cielo comenzó a derramar un poco de lluvia. Unas gotas refrescantes que cayeron sobre este convoy de ciclistas, que llevaba consigo el mensaje de la bici como herramienta de transformación.

 

9:30 PM. Copacabana.

El destino era Copacabana, y al llegar, entramos al barrio Villanueva y le dimos la vuelta al parque principal. Bajamos hacia el parqueadero de la cancha del barrio La Asunción, donde ya se escuchaban las bicis, las ventas ambulantes y la gente que se acercaba a las tiendas a comprar agüita, gaseosas y hasta granizados. El ambiente era una mezcla de fiesta y comunidad, un recordatorio de que la bicicleta no solo es un medio de transporte, sino un vehículo para construir conexiones humanas.

El pelotón se detuvo para que la gente se hidratara, tomara sus juguitos o agüita, y disfrutara del momento. Las risas y las conversaciones llenaban el aire, mientras los niños correteaban entre las bicis y los adultos compartían historias de rodadas pasadas. Pero el agua, otra vez, comenzó a caer. Esta vez, no eran solo gotas dispersas, sino una lluvia suave que parecía bendecir el momento, como si la naturaleza misma se uniera a nuestra celebración.

 

10:15 PM. De regreso a Bello.

El pelotón vuelve a tomar forma. Daniel, David y yo decidimos seguir con el grupo hasta Bello, pasando por Niquía. La idea era que toda la caravana cruzara el puente de Tulio Ospina, un ícono de la ruta que conecta no solo municipios, sino también historias y sueños sobre dos ruedas.


Las luces de las bicicletas se mezclan con las de la ciudad, creando un espectáculo que parece sacado de una película. El cansancio comienza a sentirse en las piernas, pero nadie se queja. Al contrario, el ambiente es de celebración. “¡Otro jueves más!”, grita alguien desde el pelotón, y el eco de esa frase se pierde entre las risas y el sonido de las cadenas.

Y es que, después de diez años, Bellocicleta se ha convertido en algo más que un ciclo paseo. Es una tradición, un ritual que nadie quiere perderse. Es ese espacio donde las diferencias se diluyen, donde lo único que importa es pedalear juntos, compartir la ruta y sentir que, por unas horas, el mundo gira al ritmo de nuestras ruedas.


11:30 PM. La Choza de Marco Fide

El recorrido termina donde comenzó. Los ciclistas se despiden con abrazos y promesas de volver a verse el próximo jueves. Miro a mi alrededor y pienso en lo que este colectivo ha logrado: no solo han promovido el uso de la bicicleta, sino que han creado una comunidad, un espacio donde todos son bienvenidos, donde las diferencias se diluyen y lo único que importa es pedalear juntos.


Bellocicleta es más que un ciclo paseo. Es un movimiento social, una revolución silenciosa que, semana a semana, transforma las calles del Valle de Aburrá en un escenario de alegría, unión y esperanza. Y yo, como cada jueves, me siento orgulloso de ser parte de esta rueda que no para de girar.


Por: Sebastián Sandoval




 
 
 

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